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Junté mucha plata, oro y posesiones dignas de un rey. Los cantantes, tanto hombres como mujeres, cantaban para mí. Disfruté de lo que todo hombre puede desear, pues tuve relaciones con muchas mujeres.

Me volví muy rico y famoso, más que cualquiera que hubiera vivido en Jerusalén antes de mí. Además la sabiduría siempre estaba allí para ayudarme. 10 No me privé de nada que deseara ni me negué ningún placer. Siempre conseguí lo que deseaba porque me sentía feliz con todo trabajo que hacía. Al menos me quedó esa satisfacción.

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